
Sonia Restrepo – Pediatra Neumóloga Somnóloga
Constanza Ballesteros – Pediatra Somnóloga
Leslie Vargas-Ramírez – Internista Neumóloga Somnóloga
La Organización Mundial de la Salud considera adolescencia desde los 10 a los 24 años y es la época de la vida donde se presentan los cambios que marcan la transición entre la infancia y la vida adulta.
El sueño tiene un papel fundamental en esta etapa y se considera que el tiempo adecuado de sueño por día en esta edad debe estar entre 8 y 10 horas, el cual puede oscilar según variables genéticas, conductuales, médicas y ambientales.
Los trastornos del sueño en esta etapa de la vida son muy frecuentes, con rangos de prevalencia entre un 10 y un 40%, siendo mayor en las jóvenes.
El déficit de sueño produce alteraciones del crecimiento, el rendimiento escolar, la conducta y trastorna la vida en el entorno familiar.
Para hacer el diagnóstico de los trastornos del sueño en adolescentes es importante conocer algunas bases fisiológicas:
La transición desde la vigilia al sueño se produce de forma paulatina. Durante la noche se alternan 2 tipos de sueño: el sueño NMOR (disminución de movimientos oculares) y el sueño MOR (movimientos oculares rápidos).
El ciclo circadiano de 24 horas incluye un periodo de luz y otro de oscuridad, la duración de cada uno depende de la cercanía al Ecuador, en Colombia corresponde a 12 horas y está relacionado íntimamente con el sueño y la vigilia. El ritmo lo controlan los relojes biológicos con una programación genética.
El ritmo vigilia/sueño está regulado por el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, que actúa como nuestro reloj biológico, pero requiere de sincronizadores externos como la luz y las normas sociales, e internos como la melatonina, ritmos de temperatura y cortisol, que ayudan a mantener el ritmo organizado.
La melatonina es la hormona que regula el ciclo de sueño-vigilia, inhibe el estado de vigilia y permite que se activen las estructuras que inician el sueño. Su producción se inicia con la oscuridad, con un pico máximo entre 3:00 y 4:00 a.m., disminuyendo al amanecer al aparecer la luz del día.
En los adolescentes la necesidad del sueño se retrasa en la noche, prolongando la hora de conciliación hasta en 2 horas (retraso de fase) y se establece un ritmo de vigilia/sueño de 25/26 horas, llevándolos a un despertar ideal alrededor de las 9 a 10 de la mañana.
El resultado es que la mayoría de los estudiantes llegan a clases deprivados de sueño y la cantidad de horas dormidas repercute directamente en el rendimiento escolar, ya que durante el sueño MOR que se presenta en mayor proporción en las últimas horas de sueño, se fijan los conocimientos adquiridos durante el día.
Hasta ahora la recomendación que tiene mejor evidencia para lograr el número de 9 horas de sueño recomendadas es el ingreso escolar 30-45 minutos más tarde, con resultados muy favorables sobre el desempeño escolar y calidad de vida.
Muchos adolescentes desarrollan actividades durante la noche: las demandas académicas, las redes sociales y la tecnología (televisión, móvil, tableta, computador, internet), invaden el sueño lo cual se ha denominado jet lag social.
Este déficit, sumado al retraso de fase propio de la adolescencia, con frecuencia se perpetúa durante la semana y no se compensa en el fin de semana.
Otros factores que influyen de forma negativa en la calidad del sueño son el consumo de sustancias como la cafeína que es el estimulante psicoactivo legal más consumido en la adolescencia, el alcohol, el tabaco y el cannabis.
El estado afectivo de enamoramiento típico de esta edad se acompaña unas veces de sensaciones de satisfacción, alegría y bienestar, pero en otras de gran angustia y preocupación, que alteran el sueño en ambos casos.

El uso de big data proveniente de wearables viene demostrando su importancia para entender estas alteraciones y los factores determinantes.
Kuula L et al. utilizaron un conjunto de datos con 17 355 participantes que habían usado su wearable para medir el sueño por un total de 242,989 noches, demostrado que en la adolescencia se presenta sueño tardío, especialmente entre los hombres y diferencias significativas entre regiones en todo el mundo, con menos horas de sueño en Oriente Medio y Asia, duración del sueño más corta y un tiempo de sueño más tardío que ocurre en las regiones del sur de Europa.
Se están desarrollando múltiples herramientas basadas en inteligencia artificial para mejorar el sueño, que pueden tener aplicabilidad en este grupo de edad; así como sistemas para detectar apnea del sueño de forma simplificada.
A continuación, se describen algunas y esperamos que tengan cada vez mayor difusión en la población general y sean de utilidad para quienes nos dedicamos a diagnosticar y tratar estos trastornos.


Referencias:
- Talero-Gutiérrez C, Durán-Torres F, Pérez I. Sueño: características generales. Patrones fisiológicos y fisiopatológicos en la adolescencia. Rev Cienc Salud. 2013;11(3):333-48
- Solari B Francesca. Sleep Disorders in Adolescence. Rev. Med. Clin. Condes – 2015; 26(1) 60-65
- Dewald JF, Meijer AM, Oort FJ, Kerkhof GA, Bögels SM. The influence of sleep quality, sleep duration and sleepiness on school performance in children and adolescents: A meta-analytic review. Sleep Med Rev. 2010 Jun;14(3):179-89.
- Barlaan DR, Sinor K, Cromer LD. Delayed school start times and motor vehicle accidents: a need for further inquiry. J Clin Sleep Med. 2020;16(9):1627.
- Proceedings of the ACM on Interactive, Mobile, Wearable and Ubiquitous Technologies. Volume 1 Issue 3 September 2017 Article No.: 59 pp 1–18.
- Lunsford-Avery JR, Keller C, Kollins SH, et al. Feasibility and Acceptability of Wearable Sleep Electroencephalogram Device Use in Adolescents: Observational Study. JMIR Mhealth Uhealth 2020;8(10): e20590
Muy util este artículo pues el déficit del sueño en la adolescencia es un tema poco discutido a nivel medico pero es de suma importancia en vida real especialmente para los padres, gracias por las herramientas y por darle importancia a estos temas.
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